En esta pandemia todos no, pero muchas personas, estamos en duelo porque hemos perdido a padres, abuelos, tíos y otros familiares y conocidos.
El duelo es un proceso natural de adaptación a una pérdida, así que todos sin excepción vivimos grandes y pequeños duelos a lo largo de la vida, solo algunos duelos se complican y cronifican, los duelos de esta pandemia tienen números de ser de este tipo si no los atendemos adecuadamente.
El duelo es un asunto que me interesa desde hace tiempo y que he abordado en posts anteriores que te invito a repasar: Lo importante es saber perder, Árboles para dolientes o El buen duelo y también en la clase en línea Comprender el duelo transgeneracional.
Yo, ya lo comenté en el anterior artículo, perdí a mi suegro hace unas semanas y sé por experiencia que el duelo que mi familia y yo estamos viviendo, y también por los mensajes que estoy recibiendo, que no es un duelo normal.
Yo he decidido llamar a estos duelos, duelos confinados y quiero explicarte qué características tienen porque creo que mis reflexiones te pueden servir, sobre todo si estás en duelo, si conoces a personas que estén en duelo o si atiendes dolientes.
Para mí los duelos por muertes por COVID-19 se caracterizan por ser inesperados, aislados, irreales, congelados y colapsados.
El duelo confinado es un duelo inesperado
Cuando veíamos lo que pasaba en China a principios de año no teníamos ni idea de que estaríamos en su misma situación poco tiempo después. Nos decían y nos contábamos que ese coronavirus no era más que una especie de gripe… ¡Cuánto nos equivocábamos! ¡Qué poco preparados estábamos para lo que iba a suceder!
Todos sabemos que algún día tenemos que morir y que cuando llegamos a cierta edad tenemos más posibilidades de que eso suceda de un día para otro, pero igualmente fallecer de una forma abrupta por un nuevo virus virulento no aparecía como posibilidad en la cabeza de nadie.
En mi caso, mi suegro era una persona mayor, pero tenía muy buena salud, así que cuando enfermó gravemente nos quedamos en shock.
Que el coronavirus se haya llevado de forma de golpe a nuestros seres queridos nos ha cogido desprevenidos.
El duelo confinado es un duelo aislado
Tanto para los dolientes como para muchas personas que fallecen sin el acompañamiento de su familia en los hospitales (sé que los sanitarios ofrecen cariño y compañía, pero también sé que no pueden substituir el calor de una pareja o de un hijo).
En mi caso, no pudimos despedirnos de mi suegro antes de que entrara en el hospital y una vez dentro de él, al quedar incomunicado. No pudimos infundirle ánimos, palabras de cariño y es algo que nos hizo sentir mal.
Los que tenemos suerte podemos llorar y abrazarnos con otras personas, pero muchas están solas en su casa y llevan semanas sin tener contacto físico con nadie.
Las horas de los dolientes se hacen interminables sin compañía aunque puedan hablar por teléfono o por videoconferencia con sus hijos, nietos y amigos, no es lo mismo que recibir la atención y la contención en persona.
El duelo confinado es un duelo irreal
Nosotros no hemos podido velar ni ver el cuerpo de mi suegro, algo que muchos profesionales explican que es importante para el duelo, en el artículo Buscando a Moisés justamente hablaba de eso.
Los registros civiles no están inscribiendo diligentemente a los muertos. El certificado de defunción de mi suegro en el momento en que escribo no existe y no podemos realizar algunos trámites importantes sin ese documento.
Es como si la muerte no hubiera sucedido del todo.
No se pueden hacer velatorios y los funerales son extremadamente austeros y en ellos participan tres personas como máximo. En nuestro caso no ha habido ni eso porque no se ha producido una inhumación.
El duelo confinado es un duelo congelado
Los rituales de despedida son una necesidad humana.
Nuestros ancestros más remotos despedían a los muertos de una forma consciente y utilizando símbolos.
Los funerales, memoriales, entierros, ceremonias de esparcimiento de cenizas, etc. son cruciales, son un momento para compartir nuestras emociones más difíciles, para recibir consuelo, para hablar del muerto, para poner de relevancia lo que el fallecido nos ha aportado o nos ha legado, para despedirse y decir adiós…
Si no tenemos ese espacio, el duelo se queda en suspensión, entra en un limbo esperando el momento a ser expresado de forma colectiva.
Sabemos que podremos hacer más adelante el ritual, ¿pero cuándo? ¿Cuándo se podrán cumplir los deseos del difunto y/o de la familia?
Pues no se sabe y eso que ahora mismo es una preocupación, una incertidumbre, puede que más adelante se convierta en un problema si la fecha del ritual se posterga indefinidamente en el tiempo.
El duelo confinado es un duelo colapsado
Los duelos que estamos viviendo se enmarcan en una pandemia, una crisis global brutal.
Los duelos que se producen en una crisis son más complejos porque hay que asimilar ambos procesos de adaptación a la vez.
Muchos duelos van acompañados de otros duelos, hay personas que han perdido a más de uno y más de dos familiares en un corto periodo de tiempo, esta circunstancia puede hacer desmoronar a un doliente que acumula procesos de duelo.
Además, no solo vivimos duelos por perder a personas queridas, recuerda que estamos inmersos en una doble crisis: sanitaria y económica, algunas personas están quedándose sin sus trabajos, tienen que cerrar sus empresas y/o subsistir con ingresos muy bajos. Cuando esto pasa nos podemos ver sobrepasados emocionalmente.
Y todos estamos haciendo frente a pequeños y grandes cambios, por ejemplo: la limitación de libertad de movimientos. Nuestras vidas no son normales y no sabemos si algún día cercano volveremos a poder hacer determinadas actividades tal como las llevábamos a cabo antes.
El duelo confinado debe ser expresado
No hay una fórmula mágica para hacer el duelo, yo digo además, que los duelos no se hacen, los duelos se viven.
Cada persona tiene un bagaje emocional y reacciona ante una muerte de una forma particular a pesar de ser una experiencia universal.
Lo primero que nos hace falta si vivimos un duelo confinado es identificar lo que sentimos, ¿estamos tristes o enfadados? ¿Sentimos culpa o vergüenza? ¿Nos pesa el estigma que tiene la muerte por una enfermedad contagiosa?
Lo siguiente es expresarlo en forma de conversaciones, terapia, escritos, dibujos, danzas. Cada cuál debe elegir lo que le haga sentir más cómodo.
Si nos guardamos el duelo para nosotros, la cotidianidad se nos puede hacer cuesta arriba, incluso más adelante el duelo interrumpido se puede manifestar de una forma incontrolada en nosotros dentro de unos meses y hasta en generaciones venideras.
Si necesitas hablar de ello hay muchos psicólogos que pueden ayudarte, también estoy yo que atenderé cómo te sientes y además lo contextualizaré dentro de tu historia familiar.
Miréia, me ha agradado mucho como tratas el duelo confinado y como lo ilustras y relacionas con la genealogía, seguro que hay un hilo conductor,
siempre aportas positividad y un enfoque humanístico a los temas que tratas,
Nuevos tiempos, nuevos desafíos,
Ocupas un espacio social que abre caminos y horizontes.
Gracias
Hola Miguel,
Me alegra saber que te ha aportado este post y que te gusta mi trabajo.
Gracias por decírmelo. Me anima a seguir compartiendo.
Un abrazo
Hola Mireia,
Mi nombre es Cristina del Valle, soy antropóloga y junto a otras dos antropólogas, actualmente, de forma voluntaria, estamos realizando estudio de la variación de la funcionalidad de los ritos de despedida.
A través de otra compañera, antropóloga, nos pasó tu enlace, ya que en lo que se refiere a tu artículo de ” Los Duelos Confinados” nos hemos sentido, totalmente, identificadas por tu exposición.
Por ello, me pongo en contacto contigo para enviarte nuestra encuesta en la que intentamos acercarnos y recoger los testimonios de las personas que
Hola, Acompaño tu sentir. Mi suegro también falleció hace unas semanas. Su nombre también era José. Es una experiencia rara y bien lo explicas en tu artículo. Me dolió no haber tenido al menos una flor en su despedida. Le hicimos una misa online. Y una reunión familiar virtual. Todo pareció un mal sueño. Te mando un abrazo desde Argentina
Hola Ana,
Gracias por tus palabras y por compartir tu duelo. Me alegro de que hayáis hecho esa misa en línea y ese encuentro, no es lo mismo, pero ayuda a transitar el duelo.
Un abrazo
Hola Mireia. Gracias por esas reflexiones que intentan darnos salida y consuelo a quienes estamos pasando esa situación, y esos sentimientos que tú describes tan bien. Yo te lo agradezco pero está siendo tan duro, tan extraño, con tanto tiempo sin poder terminar el duelo, que no sé cómo vamos siquiera a normalizar la vida yo y tanta gente que está pasando por esto tan doloroso, sin meterme en el desgarro afectivo que estamos pasando. Te agradezco y mucho la ayuda que supone leerte
Hola Elena,
Gracias por leer el artículo. Está siendo muy duro, lo sé.
Es importante pedir ayuda. Hay muchos buenos profesionales que pueden ayudarnos a poner palabras a este duelo tan extraño para poder gestionarlo mejor.
Te envío un gran abrazo