En la vida, como en los juegos de mesa, no es tan importante participar, como dice la mayoría, sino saber perder.
Si uno tiene buen perder en la vida, y en el mus, lo demás es pan comido.
No se trata de rendirse ante los obstáculos, ni de dejar pasar las injusticias, pero sí de rendirse a lo imprevisible y aceptar que lo que nos rodea es caótico y multifactorial. Y que aunque nos esforcemos, la mayoría de asuntos no son como nos gustarían.
Nos suele invadir la frustración cuando después de haber dedicado muchos esfuerzos a una actividad, ésta no prospera o no triunfa y también cuando no nos ajustamos a los cánones: no somos mujeres supermodelos sin celulitis y arrugas, tampoco somos hombres musculados y con todo el pelo que querríamos.
No tenemos los hijos que habíamos imaginado, nuestras parejas tienen defectos como todo el mundo y nuestra vida laboral y sexual no es de fábula. Para más inri, a veces nos ocurren accidentes y desgracias que nos impiden seguir con el estilo de vida llevado hasta entonces. Una persona puede desmoronarse en cuestión de segundos si no tiene recursos.
Nos vemos obligados a hacer un montón de duelos: duelos por nuestros empleos perdidos, duelos por nuestros cuerpos imperfectos, por nuestras vidas no vividas (por aquello que no hicimos y también lo que hicimos muy mal), por el paso de los años, por esos árboles genealógicos que son del montón, por los seres queridos que se van y no volveremos a ver (pero sí sentir).
¿Para qué luchar más contra las circunstancias?
Las crisis existen, damos todos fe, pero ¿hasta cuándo vamos a seguir llorando, quejándonos y lamentándonos de nuestra vida perra?
La energía dedicada a la pataleta debería ser la justa y necesaria pero aquí nadie es perfecto y nuestros duelos son como son y duran lo que duran y eso está bien.
En algún momento hay que acabar claudicando, eso hace bien. Si somos conscientes que siempre que perdemos acabamos ganando en otro aspecto, nos sentiremos aliviados porque perder no significa siempre hundirse, perder puede significar reinventarse.
Duelo tras duelo, la vida es saber perder con dignidad o sin ella, con compostura o con drama.
Y el que sabe perder la partida, ese al que le da igual ganar, ese es el que disfruta más.
¿Tienes buen perder cuando juegas?
¿Cuál es tu última rendición?
Fotografía: Enrique Domínguez
Mireia te felicito por esté post, tarde o temprano la vida no es como quieres y rendirse es el camino a la paz. 🙂
Me alegro de que te guste el post, Andrés!