Este post está dedicado a todos los profesionales de la salud: médicos, psicólogos, terapeutas y coachs…
“Lo primero es no hacer daño”, esa es la traducción de Primum non nocere.
Yo no soy terapeuta, soy genealogista, pero mi propuesta se confunde con la terapia, sobre todo mi curso en línea Mi árbol y yo. Algunos de los que me escribís interesados en el tema transgeneracional y en la interpretación del árbol me preguntáis si ese trabajo os va a cambiar la vida y mi respuesta no puede ni ser un sí ni uno no, aunque está más cercana al no.
Matizo, creo en el árbol genealógico, creo que estudiando y analizando nuestro pasado se consigue una perspectiva diferente respecto a la historia de tu familia, que es al fin y al cabo tu propia historia, pero no creo en los milagros. Creo en los cambios, creo en las personas y creo en el crecimiento personal.
Para algunos investigar su genealogía es un paso más en su vida como hacer yoga, meditación, comer sano o correr, para otros es un punto de inflexión al comprender en poco tiempo algo que estaba allí clamando ser atendido, pero no había manera de verlo.
¿La genealogía hace milagros?
Los milagros ocurren pero yo no sé cómo, yo creo más en las sincronías porque he vivido unas cuantas.
El árbol genealógico da pistas sobre duelos no hechos y traumas, a veces directamente los grita, pero cuando uno toma conciencia de sucesos que se repiten o dinámicas que se perpetúan, a veces cambia y a veces no, porque los caminos nos son fáciles y sobre todo porque lo que nos pasa no depende de un único factor, nuestras dolencias y carencias son multifactoriales. A veces conseguimos saber por qué estamos como estamos, pero luego seguimos sin saber qué hacer para cambiar lo que no nos gusta.
Terapias y malas experiencias
Hay terapeutas que fuerzan a sus clientes. He hablado con personas que tienen interés en biodescodificación y psicogenealogía que me han contado barbaridades de “profesionales” que en vez de acompañar han presionado y maltratado a personas en una posición de vulnerabilidad (no olvidemos que una persona viene a una consulta con un problema o dificultad a buscar ideas, soluciones, caminos no transitados y paga por ello bastante dinero, es una persona que casi siempre está sufriendo, así que hay que cuidarla.
Me contaba una chica en uno de mis talleres que había ido a un especialista en bioneuroemoción por sus dolores recurrentes de espalda y que en la primera sesión el terapeuta no había hecho más que insultarle y gritarle que era un desastre y que por eso estaba así. Al cabo de unos días su dolor empeoró considerablemente y tuvo que cogerse una baja.
Otra chica me comentaba lo horrorosas que eran sus sesiones por videoconferencia en la que recibía duros calificativos mientras su problema seguía exactamente igual y otra me contaba perpleja como su terapeuta le había dicho después de unas sesiones que si no se curaba de lo suyo era por su culpa, que ella ya había hecho su trabajo.
Sin ir más lejos, yo misma he tenido dos malas experiencias con terapeutas que utilizaban su posición de poder para atacarme en vez de ayudar, para insultar en vez de ofrecer comprensión y para cotillear en vez de hacer su trabajo.
Hace tres años en una consulta me fui sin pagar pero también sin poner una queja deontológica por el mal trato recibido, algo de lo que me arrepiento pues otras personas me han contado que lo mío no fue un hecho aislado sino que esa persona acostumbra a hacerlo con todos sus clientes (y para más inri se dedica a dar formación).
¿Queremos terapias agresivas?
Todos somos responsables de lo que nos pasa, cierto, pero no necesitamos que nos señalen con el dedo acusador nuestros problemas y defectos.
No comparto para nada que atacar y acorralar sea un método para forzar al inconsciente a trabajar.
Nadie debería tener que someterse a terapias agresivas y heteropatriarcales, suficiente tenemos ya con el día a día.
Nos sobra violencia y nos falta escucha
Tenemos que pasar por crisis para cambiar, claro que sí, hemos de salir de una terapia, una sesión de acompañamiento o de un taller vivencial removidos, pero nunca jodidos, siempre acompañados (y desde el amor), lo otro es una mala praxis y un gran peligro.
Bajo ningún concepto podemos admitir o justificar salir más angustiados que cuando solicitamos ayuda.
¡Tocados sí pero hundidos no!
¿Tienes alguna mala experiencia que contar?
¿Tienes alguna buena experiencia que contar?
Fotografía de un grafitti de Huesca: Ylenia Oncins
Me ha parecido un artículo maravilloso y esclarecedor… Yo no he tenido experiencias así de nefastas,pero,mi marido sí la tuvo,en una regresión,con uno de los profesionales más renombrados,y que de hecho prepara psicólogos para que hicieran terapias regresivas. Fué terrible el estado en qué quedó, vulnerable y expuesto,y esta persona,incapaz siquiera de ayudarlo en ese trance de tantísimo dolor cuando revivió su nacimiento terrible.
Hola Alejandra,
Agradezco tu comentario y siento que tu marido le abandonaran en su regresión. Ningún terapeuta o profesional de salud debería ofrecer el servicio a secas. No deben implicarse emocionalmente con sus clientes pero sí tienen que hacerlo humanamente.
Un abrazo para ti y para él!
He estado escuchando bastantes audios en Ivoox del Enric Corbera sobre “Un curso de milagros” (recomiendo el de Conceptos Básicos para empezar, y el de Aplicaciones), los he disfrutado mucho, y me han llevado a pensar con respecto a este asunto, eso que se dice mucho en Un curso de milagros y en tantas otras fuentes de que todo lo que encontramos ahí fuera es un reflejo de lo que nosotros proyectamos en función de nuestras creencias. En este caso se trataría por un lado de que si nosotros creemos, inconscientemente, que no somos merecedores de respeto eso es lo que vamos a encontrar, que el universo nos va a poner delante un sinfín de situaciones que nos corroboraran que no somos respetados, y por otro (quizás los dos aspectos son lo mismo) que si es eso lo que creemos es eso lo que vamos a estar viendo a nuestro alrededor, falta de respeto, que eso es lo que vamos a interpretar.
El Enric Corbera a mi me resuena como algo bruto, pero una paciente que se curó de cáncer tras unas sesiones con él llamada Edurne, contó su caso en una conferencia, y dijo que lo primero que recibió de Corbera fue unos buenos llamados a la conciencia de x historias de su vida, que tal como lo contaba yo interpreté como broncas! El dice que si sus toques de atención sirven es porque los hace desde el amor. Yo con mi hiper sensibilidad me cuesta mucho percibir ese tono como amoroso. Solo veo amor cuando llama a Edurne “cariño mio” pero cuando, por ejemplo, hace una broma sobre un caso para que la conferencia sea mas amena, solo sé ver ahí un reírse a costa del otro, sino cruel, sí insensible.
En cambio Edurne estuvo encantada casi desde el primer momento; ese discurso duro le sirvió hasta el punto de que se curo de una metástasis de cáncer de huesos con dolores insoportables tras 6 sesiones de terapia. En fin, yo me lo creo, Un curso de milagros tiene una profundidad que no se puede transmitir aquí en cuatro lineas.
Hola Empar,
Es verdad que somos responsables de mucho de lo que nos pasa, pero también lo es que no nos podemos responsabilizar del grado de violencia generalizado en nuestro mundo, ciudad y concretamente de los terapeutas a los que acudimos a pedir ayuda.
Cuando la gente busca apoyo para solventar sus problemas no busca broncas, ni busca juicios. Lo que quiere es un buen servicio lo que incluye la calidad del trato. ¿Vamos a contratar los servicios de un abogado que gana juicios pero nos va a tratar fatal? ¿Si el panadero de la esquina es bueno pero es un estúpido iríamos a comprarle el pan?
Un buen médico no sólo es el que cura sino el que sabe ponerse en el pellejo de las personas.
El porqué nos encontramos con malos terapeutas… ¿Somos personas en el papel de víctimas? Puede, pero es injustificable que el terapeuta interprete el papel de agresor.
A lo mejor Enric Corbera hace milagros porque cree en ellos y los demás le creen a él. Yo repito que no sé hacerlos, eso sí, si el milagro es a costa de una paliza metafórica no lo quiero. No quiero para mí más violencia y no quiero contribuir a generar más.
El fin no justifica los medios.
¡Un abrazo!
Es uno de los mejores artículos que he leído en mucho tiempo. A veces, sobre ciertas terapias sólo se encuentran “casos de éxito milagrosos” o “críticas totalmente destructivas” que tratan de desautorizar cualquier vía que no sea oficial. Pero, como siempre, hay grises entre el blanco y el negro. He estudiado biodescodificación, transgeneracional y otras muchas técnicas. Entiendo que hablar el lenguaje del subconsciente y facilitar a una persona que sea consciente de una emoción oculta u otros aspectos puede ser complejo. Pero reconozco que algunas veces que lo he aplicado, me ha generado conflicto a mi mismo utilizar formas muy directas, que en ocasiones pueden considerarse agresivas. A mi, y sé que a otras personas que lo han estudiado también, me ha supuesto una traba.
A veces, por imitación, por ego del terapeuta, porque no se sabe lo suficiente, o porque se buscan técnicas que sean muy rápidas que en pocos minutos dejen al descubierto lo que ocurre, se prioriza el uso de formas un agresivas.
En línea con lo que cita Empar, cada uno también va encontrando en su camino lo que “busca”, y lo comparto. Se trata de darnos cuenta de que la agresividad que hay en nosotros y la que vemos en los demás debe desaparecer. Con esa consciencia, si eres terapeuta o acompañante, no utilizarás la agresividad para resolver un caso, tendrás otras formas de lograrlo. Y como cliente, no necesitarás agresividad ajena para reaccionar y tomar conciencia. ¿Cuánta agresividad y en qué situaciones observamos agresividad en nuestra vida? Interesante reflexión.
Hola Evelio,
Me alegro de que te haya gustado el post y agradezco tus reflexiones.
Nos queda mucho por hacer para conseguir terapias y acompañamientos libres de violencia.
Un abrazo