“Quién eres depende de tres factores: lo que heredaste, lo que tu entorno hizo de ti, y lo que tú has hecho de tu entorno y de tu herencia con tu libre elección”.
Aldous Huxley
La epigenética es la ciencia que estudia los factores no genéticos que influyen en la expresión génica.
Los cambios epigenéticos, no afectan a la secuencia del ADN pero sí activan o desactivan algunos genes. La mala alimentación, la ansiedad, las creencias, la contaminación, los acontecimientos altamente estresantes como guerras, etc. cambian nuestro epigenoma, son cambios reversibles no hablamos de cambios permanentes (mutaciones).
Como genealogista me interesa muchísimo los descubrimientos de esta rama de la biología, en mis talleres suelo hablar de ella cuando llega el momento de hablar de transgeneracional.
Hasta el momento los estudios de epigenética han demostrado dos tesis contrarias (en realidad complementarias): unos han concluido que la genética es determinante en nuestras vidas y otros que el ambiente es lo más importante para entender quiénes somos y qué hacemos.
Y yo estoy convencida de que ambos conceptos son compatibles, que hay que sopesar qué recibimos de nuestros padres, madres y donantes de gametos, qué de las personas que nos cuidan y alimentan y qué hacemos nosotros mismos con toda esa herencia.
Paso a hacer un repaso de los estudios sobre epigenética más interesantes…
– Rachel Yehuda y su equipo del Hospital Mount Sinai de Nueva York demostraron que los descendientes de los supervivientes del Holocausto nazi tienen menos cortisol en su organismo, es decir que sin vivir el trauma directamente como sus padres y abuelos sufren sus consecuencias. El cortisol es la homona que nos ayuda a lidiar con el estrés.
– Un equipo científico del Hospital Sant Joan de Déu demostró en ratones que la malnutrición durante el embarazo puede afectar a la salud de generaciones futuras y provocar diabetes, obesidad o enfermedades cardiovasculares no sólo en los hijos, también en nietos.
– María Domínguez y su equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) concluyeron que ciertos factores epigenéticos son capaces de desencadenar la aparición de tumores altamente invasivos cuando se combinan con un oncogen activo.
– Mohamed Kabbaj y su equipo de la Universidad de Florida demostraron con ratones que los cambios epigenéticos están implicados en la formación de los lazos sociales.
– Un grupo de investigadores de la Universidad de Lethbridge concluyeron que “el estrés a través de generaciones se convierte en lo suficientemente potente como para acortar la longitud del embarazo en ratas e inducir rasgos característicos de parto prematuro humano”.
– Un equipo de investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia afirmó que las cesáreas dejan huella en las células madre de los recién nacidos.
– Otro equipo de The Salk Institute, San Diego comprobó que ratonas expuestas durante su embarazo a un fungicida transmitían sus problemas hormonales a varias generaciones de descendientes.
– Un experimento con gusanos ‘C. elegans’ muestra que la reacción de estrés cuando se les expone al calor cambia la expresión genética durante 14 generaciones.
Hay más estudios, me detendré en mi preferido, el del equipo la Escuela de Medicina Emory que demostró con ratones que “ciertos miedos pueden transmitirse de padres a hijos por vía biológica”.
Lo que me queda a mí me claro es que tan importante es que nuestro padre biológico tenga cáncer de próstata, un corazón fuerte o miopía como que el padre cuidador o adoptivo nos cuide, acaricie y diga cosas bonitas.
Tanto influye en nuestra vida que en la familia muchos hayan padecido esquizofrenia o amigdalitis como que nos pegaran cuando creían que nos portábamos mal.
Tan importante es que la mujer que nos tuvo nueves meses en su vientre llevara una alimentación sana como que la madre que nos adoptó estuviera permanentemente estresada y no pudiera atendernos en buenas condiciones.
Tanto influye en nuestra biografía que mientras estábamos en la placenta consumiéramos alcohol involuntariamente o fuéramos irradiados como que en casa nos quisieran bien y nos dieran comida de buena calidad.
Hablo de madres, padres, donantes, mujeres gestantes, padrastros y cuidadoras, pero no solo ellos cuentan en genética, hay que incluir a otras generaciones, por lo menos a abuelos y bisabuelos genéticos y sociales.
Todas las circunstancias biográficas y del árbol genealógico tienen que ser valoradas
Genes y ambiente.
Todos pesan.
Estamos diseñados para adaptarnos al medio.
Somos naturaleza y cultura.
Algunos lo llaman “coevolución genético-cultural”.
Es igual de importante tener unos padres biológicos / una gestante /donantes sanos por dentro y por fuera como tener unos padres sociales / adoptivos igual de equilibrados.
Nadie tiene unos ascendientes perfectos.
Podríamos conformarnos con unos que fueran lo más conscientes posibles, pero si no es el caso, está en nuestras manos evaluar la influencia de nuestra historia familiar en nuestra salud.
Todo cuenta: gestación, crianza, estilo de vida, sin olvidar al medio ambiente en el que vivimos.
Todas las aportaciones cuentan, aunque sí, algunas son más relevantes que otras, tú tienes que valorar cuáles, esas te darán buenas pistas sobre tu probable destino y la herencia que dejarás a tus descendientes.
¿Nature? ¿Nurture?
¿Narture versus and nurture?
Fotografía: Enrique Domínguez
PD: También merece la pena conocer el trabajo de David Gokhman y su equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén en el que reconstruyeron el epigenoma de neandertales y denisovanos para compararlo con el nuestro.
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