“Mientras que la información que llevan los genes es estable, igual que lo es la tinta en un boli, las etiquetas epigenéticas tienen una estabilidad más relativa porque se pueden borrar como un lápiz. Así que es posible intervenir sobre esa estabilidad relativa.
Siempre hay una REVERSIBILIDAD potencial que permite la recuperación del equilibrio”.
Nathalie Zammatteo
Me interesa seguir ampliando conocimientos sobre genética y concretamente sobre epigenética, por eso quise leer El impacto de las emociones en el ADN de la doctora en ciencias biológicas Nathalie Zammatteo publicado por Ediciones Obelisco, un libro de pocas páginas que va al grano explicando con gráficos y un ejemplo ficticio de las diferencias entre Lisa y Marie, dos gemelas idénticas, por qué a pesar de tener marcado un camino en nuestros genes no tenemos porqué seguirlo si no queremos.
Nuestros padres o donantes nos transmiten las peculiaridades de su ADN, cierto, pero no es algo inmutable, los genes están preparados para adaptarse al medio, así es como hemos conseguido evolucionar a lo largo del tiempo. Los genes tienen unos transmisores (una especie de interruptores) que hacen que ciertos aspectos latentes de nuestra genética se expresen si las señales que reciben del entorno lo hacen necesario o no, por ejemplo, las abejas reinas tienen el mismo ADN que sus compañeras obreras, lo que las convierte en especiales es su tipo de alimentación, ellas se alimentan casi exclusivamente de jalea real.
El medio ambiente, circunstancias personales, creencias, emociones y pensamientos moldean la genética
El ambiente nos hace reaccionar: si hace frío o calor, si comemos sano o fast food, si respiramos aire limpio o contaminado, si hacemos ejercicio o somos sedentarios, si somos positivos/alegres o por contra depresivos/ coléricos.
Lo que vivieron nuestros antepasados y ancestros genéticos deja marcas epigenéticas en el ADN pero marcas reversibles (la autora da un repaso a algunos estudios de epigenética que ya comenté en este y este post). Si por ejemplo, nuestra abuela materna asoció las manzanas a un momento traumático (estaba recogiéndolas, se cayó y se rompió las dos piernas) podemos tener una intolerancia o alergia a esta fruta. Si somos curiosos y nos ponemos a investigar nuestra historia familiar redescubriremos el acontecimiento y podremos volver a comer manzanas sin que nos sienten como un tiro.
Además, la doctora Zammatteo recopila en el libro diferentes técnicas que nos ayudan a borrar las marcas epigenéticas heredadas que se han demostrado eficaces en diversos estudios científicos: meditación, deporte, masajes, risa y alimentación sana que incorpore dosis de omega 3 y micronutriente.
¿Te interesa la epigenética?
¿Qué crees que has heredado y te gustaría cambiar?
Imágenes: edicionesobelisco.com
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