¿Cuándo comenzó a ser habitual que los hombres se comportaran sistemáticamente de forma violenta contra las mujeres?
¿Cuándo se dio por bueno que la mejor forma de funcionar para la humanidad era una estructura social heteropatriarcal?
Una sociedad que en el ámbito público y privado desprecia y aplasta de forma a veces sutil, otras con contundencia, las capacidades e inteligencias de las mujeres e intenta reducirlas al ámbito doméstico.
¿En qué momento del árbol genealógico de la humanidad empezó a forjarse las desigualdades entre géneros?
Dicen que hace unos 10.000 años, el momento exacto no lo sabemos, ni tampoco el por qué, de hecho no hubo un momento, fue una sucesión de eventos que forjaron el Heteropatriarcado, un sistema que evolucionó y sigue vigente en casi todas las partes del planeta en el siglo XXI.
#MeToo #YoSiTeCreo
El Heteropatriarcado está en todas partes, en miles de gestos machistas más o menos agresivos, pero todos abusivos.
En España mueren cada semana mujeres a manos de sus parejas o exparejas, cada 8 horas una mujer es violada y logra denunciarlo (para que luego en el juicio se decida si su estado de embriaguez, su ropa o su moral invitaba a sus violadores a tocarla o penetrarla sin consentimiento expreso, en vez de juzgar a su agresor o agresores). Eso en España, un país que se cree democrático y moderno.
Las mujeres no hemos empezado a darnos cuenta ahora mismo de toda la violencia que va dirigida hacia nosotras. Siempre hemos sido conscientes de los malos tratos y de los abusos aunque a veces hemos pensado -nos han hecho creer- que era culpa nuestra, de nuestra naturaleza.
No hemos tenido espacios seguros para hablar de nuestro sufrimientos, de lo hartas que estábamos, no se nos escuchaba y menos se nos daba la razón porque éramos pecadoras, embusteras, liantas, sibilinas, zorras, fulanas, etc… Para algunos seguimos siéndolo.
Me cansa escuchar que las mujeres ya somos iguales, que ya tenemos los derechos que nos faltaban, que ya está, que hay que parar las reivindicaciones, que si señalamos los abusos somos unas pesadas, unas exageradas… ¡No lo somos! Nos limitamos a denunciar la realidad que queremos cambiar.
Dejemos de invisibilizar las aportaciones de las mujeres al progreso de la humanidad
Nos precede una genealogía feminista de la cual hemos de sentirnos muy orgullosas.
Hemos hecho un gran trabajo para erradicar el machismo y sus múltiples violencias pero todavía no lo hemos conseguido.
Nos queda mucho trabajo duro y las generaciones que nos siguen tendrán que coger el testigo hasta que consigan la igualdad plena, hasta que logren acabar con la violencia transgeneracional hacia las mujeres.
Uno de los pilares para conseguirlo es conocer y reconocer los logros y fracasos de nuestras antepasadas, sus estrategias de supervivencia frente a la violencia estructural.
En cada genealogía hay violencia contra las mujeres. Es nuestro deber reflejarla aunque no sintamos orgullo por ello.
Todo tiene un final
La violencia machista debe morir.
La violencia debe de dejar formar parte de nuestra memesfera.
Ahora muchas mujeres y hombres están atascados en relaciones violentas copiadas de sus padres, abuelos, bisabuelos y otros miembros de la familia y no saben como dejar de ejercer y/o recibir violencia (violencia psicológica, sexual, económica y/o ambiental).
Lo primero es saberse agresor o víctima y lo segundo, buscar apoyo para salir de la espiral de la violencia.
Así que es por eso que desde tataranietos seguiré tratando el tema como en otras ocasiones, no hacerlo sería naturalizarlo.
Siento que es necesario, vital y sanador que todos y todas participemos en esta lucha, en este gran cambio.
¿Estás atrapada/o en una relación violenta transgeneracional?
¿Has revisado cuáles son tus modelos familiares de hombres y mujeres?
Fotografía: pixabay.com
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