¡Que levante la mano quien no esté un poco agobiado con las fiestas navideñas!
Veo pocas manos levantadas… Ya me lo esperaba…
Entre que cada año llegan antes, ¡por favor en octubre no podemos empezar a decorar las tiendas con motivos navideños!, que tenemos que pensar en los regalos, las compras, las cenas de empresa, cuadrar nuestras vacaciones con las vacaciones escolares y sobre todo, sobre todo afrontar los encuentros familiares, no me extraña que nos sintamos todos aturullados.
Las fiestas navideñas nos remueven a todos
Echamos de menos a los familiares que han ido muriendo y sentimos nostalgia (tengo un artículo en que hablé de ello: En Navidad duele recordar a los que no están). Entre los que no están y quisieramos que nos acompañaran y los que están pero no deseamos ver, acabamos asistiendo a comidas y cenas que no nos apetecen.
La Navidad puede acabar causando un estrés innecesario solo por cumplir unas tradiciones que nos fuerzan a realizar cosas que no queremos hacer.
Hay quien lo tiene claro y en Navidad desaparece, no se deja ver en ningún encuentro familiar.
Pero la mayoría de personas nos reunimos en esta época invernal con familiares a los que no solemos ver durante el resto del año. Por algunos de esos familiares, más o menos cercanos, sentimos afecto, por otros no tanto y luego hay otros por los que sentimos verdadera antipatía.
No toda tu familia, y menos tu familia política, tiene que caerte bien, no escogemos a unos y a otros, pero podemos esforzarnos por convivir con ellos unas determinadas horas el día de Nochebuena o Ano Nuevo siempre que no salten chispas y lo que tendría que ser una comida o una velada distendida y agradable acabe pareciéndose a algunas escenas de la película Agosto.
No tienes porqué ir a un desencuentro familiar
Si no quieres hacer regalos a tus padres, hermanos, sobrinos, etc., no los hagas (tampoco los esperes).
Si no quieres ir a casa de tus padres o tus suegros, no vayas.
Si no quieres organizar la Nochevieja en tu casa e invitar a X familiar, no lo invites. Si tenéis problemas evidentes nadie se sorprenderá, si no están tan claros ten presente que en algún momento tendrás que abordar esos asuntos pendientes entre vosotros.
Y si no quieres ver a un determinado familiar grosero, cuñado, violento o metomentodo, sopesa si puedes soportarle, le saltarás a la yugular o te hundirá con su presencia o palabras. Si decides no ir a ese encuentro debes saber que quizás ofendas o defraudes a los otros invitados.
Tú tienes que valorar si el encuentro familia te supone un esfuerzo o un sobreesfuerzo.
Esforzarse en estar con tus padres, tus tíos y tus hermanos está bien (quizás tú para otra persona seas el familiar insoportable y él o ella igualmente venga a esa fiesta a pesar de tu presencia), pero si eso significa un sobreesfuerzo lo pagarás con un malestar emocional y/o físico.
Nunca merece la pena acudir a un encuentro familiar (eso incluye bodas, bautizos y comuniones), que se supone festivo, en el que sabes que vas a pelearte, tanto si vas a empezar la disputa tú como si vas a tener que defenderte de un ataque.
Protege tu energía en las fiestas familiares tanto si decides compartirla con tu familia extensa, solo la elegida y/o la política y haz todo lo que sea posible por crear un buen clima pero no a costa de tu salud.
Yo quiero recomendarte dos opciones para que estas fiestas sean más divertidas, memorables y genealógicas…
¡Juega!
En mi familia siempre hemos jugado mucho a las cartas, y aunque había quien hacía trampas y eso producía algún encontronazo, guardo un gran recuerdo de esos momentos.
En Navidad siempre estreno uno o varios juegos de mesa. Un juego de mesa nunca falla, los hay genealógicos, pero yo personalmente opto por los colaborativos (en los que todos ganamos o todos perdemos) o los filler (los que son sencillos, las partidas duran poco y las instrucciones se aprenden rápido).
Es verdad que no todos los familiares entran al trapo, pero la mayoría se une y lo pasa bien.
¡Habla de genealogía!
En “Navidad no discutas con tu familia, ¡habla de genealogía!” es mi lema desde hace 3 años.
Creo firmemente en ello. Sé que funciona.
Hay quien tiene miedo a ponerse nostálgicos y a reabrir viejas heridas pero si enseñas el árbol genealógico que estás construyendo muchos familiares tendrán curiosidad, te harán preguntas, te contarán anécdotas, te darán información inédita, saldréis de los roles habituales…
Si sacáis los álbumes de fotos y las cajas de recuerdos los corazones de tus familiares se abrirán y acabaréis conversando sobre aspectos que no habéis quizás tratado nunca.
Espero que estas dos ideas te sirvan para mejorar el ambiente de tus encuentros familiares, si es que decides ir a ellos.
Cuéntame…
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