
Me he emocionado mucho leyendo Un adiós especial de Joyce Farmer, es una lectura difícil pero inspiradora. Cuenta la historia de los últimos años de una pareja de ancianos (el padre y la madrastra de la dibujante del cómic) que intentan hacer su vida de forma autónoma en su casa hasta que empiezan a necesitar ayuda y atenciones. Rachel pierde la movilidad y la vista y Lars no se encuentra bien pero no dice nada.

Lo que te encontrarás en las páginas del cómic es un retrato del declive de las capacidades en la vejez, la descripción del compromiso de una hija con sus padres, una denuncia de los abusos y las negligencias sanitarias y un alegato a la muerte digna (Un adiós especial no es tan duro como la película Amor de Michael Haneke).
Al leer este cómics he recordado a mis abuelos, los que vivían en mi casa. He rememorado los últimos años de mi abuela enferma, perdió el habla, le costaba desplazarse, empezó a caerse muchas veces…
Recuerdo también a mi abuelo cuidando de ella, ayudándola a bajar las escaleras para salir a dar un paseo, él bajaba de espaldas y sujetaba a mi abuela para evitar que se tropezara y de milagro no se cayeron nunca los dos.
Mi abuelo hacía la comida, cada vez estaba más apagado; mi abuela empeoraba, las visitas de la familia empezaban a espaciarse, cada vez salían menos, pero parecía que los dos se las apañaban, eso sí, con mucho esfuerzo.
Mi madre les acompañaba al médico, a hacer recados y les animaba a moverse hasta que mi abuelo cogió un resfriado sospechoso, ingresó en el hospital y en la madrugada del día siguiente murió.
Mi abuela se quedó sola y lo siguiente fue más duro todavía…
Yo siento una gran afinidad con los ancianos, en sus caras y sus gestos veo el recorrido de la vida, me gusta escuchar sus batallitas aunque a veces me abruman con tanta conversación.
Siento que muchas veces alejamos a los mayores de nuestra cotidianidad, cada uno con sus razones, en este país es una gesta conseguir conciliar y encima a veces no está reconocido.
Por compromiso y dignidad tendríamos que proponernos acompañar a los ancianos en su recta final con empatía y cariño.
Es fácil caer en la tentación de rehuir de ellos para evitar tener contacto con la muerte, la enfermedad y el ocaso, así que te recuerdo que existe la posibilidad de que tú también llegues a verte así…
Para acabar te dejo un vídeo que habla de cómo procurarles calidad de vida a nuestros mayores…
¿Cómo trataste a tus abuelos en sus años más vulnerables?
¿Cómo imaginas tu vejez?
Imagen: astiberri.com





Ojalá todos nos tratáramos en cualquier edad como pide Carmen, con respeto mutuo en todos los ámbitos de la vida, una comunicación sencilla, abierta, honesta. Unos detalles vitales para la dignidad de todos y sobre todo para las personas que necesitan cuidados de otras. Felicidades por el vídeo y tu post.
Gracias Isabel, es el post con el que más me he implicado emocionalmente… Ojalá… Ojalá como tú dices aprendamos a comunicarnos mejor.
Mireia. ENHORABUENA por este post. La muerte es segura y la vejez muy probable. Así que es de necios ver a los mayores como seres de otro planeta. Nada de lo que hagamos tendrá más valor que cuidar a los nuestros. Esto está muy mal visto o no visto, que es lo mismo, en esta sociedad donde todo el mundo corre detrás del dinero.
Gracias Armando. Este post es uno de los más sentidos que he escrito pero también uno de los menos leídos. A ver si llegamos a abuelos… ¡Un abrazo Armando!
El único abuelo que me queda tiene 89 años y su vejez está siendo compleja. Mi madre le cuida y vive con el, por lo que prácticamente está absorbida por esta labor totalmente ignorada y poco reconocida.
Aún así, muchas veces sus hermanos se permiten el lujo de cuestionar cómo lo hace y a mi me enciende pero ella no quiere que intervenga. Este es otro tema, el machismo en el cuidado de los mayores.
Procuro pasar el máximo tiempo con el pero es cierto que noto en el ánimo como el contacto con la muerte y el final me apaga y me entristece. Aún así, siento que su compañía me prepara de forma prematura para mi propio final, así que compartir el día a día con el tiene un gusto agridulce.
Es, además de mi abuelo, mi amigo y el día que me falte no sólo extrañaré a mi ancestro si no a alguien que me llamaba, se alegraba de verme y me quería en su vida.
Gracias Mireia por poner el tema sobre la mesa.
Hola NGB,
Gracias por tu comentario. Tu situación me resulta familiar. Todo el tiempo que pases con tu abuelo y tu madre es tiempo bien invertido.
Un abrazo