
Para hablar de luto antes tenemos que definirlo:
El luto es la expresión social y formal del duelo.
La palabra luto no es sinónimo de duelo.
El luto es una faceta del duelo.
¿Y qué es el duelo?
El duelo es el proceso natural de adaptación a una pérdida.
El duelo tiene expresiones públicas y privadas.
El luto es la expresión pública del duelo que la sociedad nos permite, invita u obliga a mostrar.
El duelo es personal y el luto está reglado.
En todos los lugares en el mundo las personas conocemos que hay unas determinadas normas después de la muerte de un ser querido: el tono con el que hablar con los dolientes y las palabras más o menos manidas, más o menos apropiadas que decir (Te acompaño en el sentimiento, Ya no sufre, Siempre se van los mejores…), los rituales canónicos de despedida del difunto, etc.
En España, por ejemplo, tendemos a vestirnos de negro o colores oscuros en los velatorios o funerales, aparecer en un funeral vestido con colores llamativos se considera fuera de tono. En organizaciones se ondean las bandera a media hasta, se hacen minutos de silencio o se lucen crespones negros.
Estas costumbres sociales y normas escritas en protocolos son laxas comparadas con lo establecido solo hace unas décadas.
El luto en décadas pasadas
Hasta la década de los 70 del siglo pasado el luto tenía 3 grados: podía ser riguroso, alivio de luto y final. En la primera fase era más estricto y más permisivo en la última.
Las mujeres tenían que vestir con ropa oscura durante unos determinados años (pañuelo en el cuello incluido, a veces mantilla o velo al que llamaban pena), los años variaban según el parentesco con la persona difunta (más años para padres, maridos, menos para hijos, hermanos) y según la zona (en los pueblos se vigilaba más el cumplimiento de las normas).
Mientras a las mujeres les tocaba teñir toda su ropa de negro a los hombres solo se les pedía que llevaran un triangulo negro en la solapa, que se anudaran un brazalete negro en el brazo o que llevaran una corbata o un botón en el ojal de ese color.
Las normas del luto, variables según la familia y la zona, se cebaban con la vida social de las mujeres a las que se les obligaba a mostrar afligimiento y pena no solo con su vestimenta, además, se les recluía un tiempo en casa, solo podían salir para actividades imprescindibles, se les impedía contraer matrimonio, ir a fiestas, al teatro o al cine, escuchar música o la radio, ver la televisión, bailar, reírse y hasta comer dulces.
¿Y ahora qué se espera que hagamos públicamente con nuestro duelo?
Se espera que en 0, 2 ó 4 días estés repuesto y vuelvas a la normalidad (la baja por defunción de un familiar de primer o segundo grado es de 2 ó 4 días). Si no guardas parentesco cercano no tienes permiso para ausentarte del trabajo.
Ya no hay que guardar luto, eso es un gran avance, pero no se reconoce que necesitamos tiempo para procesar una pérdida importante.
La muerte se ha ido convirtiendo en un tabú. Y del duelo se habla muy poco.
Los moribundos no suelen acabar sus días en casa, los cadáveres no se velan en el hogar, la tristeza sobra.
Antes era obligatorio abrir las puertas de tu casa a amigos, conocidos y paisanos, te apeteciera, o no, que invadieran tu intimidad y recibir sus condolencias.
Ahora se puede restingir quien quieres que te acompañe en tus primeros momentos de duelo, aunque hay compromisos sociales que es complicado eludir.
Tenemos libertad para celebrar ceremonias de despedida y homenajes a los muertos diferentes a los habituales, los rituales se pueden personalizar, ¿pero quién tiene la cabeza para hacerlo si la muerte es dolorosa?
Ni pena, ni aceptación impuestas
Habitualmente oigo a gente desear que en su funeral la gente esté alegre, que no haya lágrimas y pienso que eso que en teoría suena bien, es imponer cómo tienen que sentirse los familiares que te sobreviven.
Parece que siglos de lágrimas, pena y contricción impuestas han derivado en lo opuesto. Pedir una fiesta en que todo el mundo se lo pase bien es pedir mucho a los que te sobreviven. Si mueres siendo anciano en tu cama sin sufrir, genial, pero si tu muerte es repentina, inesperada o inapropiada, ¿qué?
Se pueden hacer ceremonias bonitas y con alma. Se puede despedir a un muerto con lágrimas y sonrisas (no son incompatibles), pero el vacío que deja la muerte inmediata de un allegado no pide desenfreno, pide reposo y calma para asimiliar el fin de una vida, de una relación y así transformar el vínculo.
No se puede pedir a la gente que se salte tareas del duelo y llegue en unas horas a la etapa de crecimiento y transformación.
En el duelo y en el luto (como en otras facetas de la vida) ni calvo, ni 3 pelucas.
Hay que hacer lo que te pida el cuerpo y eso dependerá mucho de las circunstancias de la muerte y de la relación que tengas con el finado y con el resto de sus seres queridos.
¿Cómo han expresado el luto tus familiares?
¿Y tú?
PD: Si tú quieres que la gente esté alegre en tu funeral, mírate este vídeo y quizás veas tu deseo con otra perspectiva.
Cómo todo en la vida, ni calvo ni siete pelucas.
¿Podemos tener un buen duelo sin hacer luto?
La sociedad nos impone alegría, estar triste es malo.
A alguien le pareció que si dejaba de velar el cadaver de mi padre, estaría menos triste. Pero lo único que consiguió fue que no pudiera despedirme correctamente y no consiguiera cerrar el proceso de duelo durante décadas.
Como todo en la vida, en ocasiones exteriorizar el dolor aunque sea mediante rituales anacrónicos y en su justa medida, es sano.
Hola Luis,
Siento que no pudieras despedirte de tu padre adecuedamente y que el proceso de duelo se alargara.
Gracias por aportar tu comentario con tu sentir.
Un abrazo
Estupenda reflexión, muchas gracias Mireia.
Impresionante que las mujeres tuvieran que teñir toda su ropa de negro. Mi abuela vistió de luto desde que murió su hijo hasta su propia muerte, durante más o menos 25 años.
Recuerdo los velatorios de mis abuelos en su casa, con toda la familia unida y mi primo sacerdote diciendo una misa en la cocina, que era donde se hacía la vida.
La muerte de mis padres, por el contrario, con su despedida en el tanatorio, supuso la disgregación de la familia. En los primeros momentos necesitaba vestir de negro, mi estado de ánimo no me permitía otra cosa. Y me está llevando muchos años el duelo. Ahora, después de los 13 de mi madre y los 8 de mi padre, estoy elaborando un cortometraje autoreferencial, que espero que me ayude a terminar de salir. Su título es “Dulcinea en duelo”. Os dejo un avance: https://www.youtube.com/watch?v=fumZGB-bLkI
Hola Valle,
Gracias por aportar cómo se ha vivido en tu familia diferentes periodos de luto.
Te deseo que tengas mucho éxito con tu cortometraje, seguro que este proyecto ha sido muy terapéutico para ti.
Un abrazo