Hay ocasiones en que conecto con otro tataranieto a la primera, solo por cómo escribe y cómo expresa su amor por la genealogía en general y la suya en particular.
Solo conectando con su sensibilidad ya deseo ayudar, aunque sea un completo desconocido, eso es justo lo que me ha pasado con Viktor–André que me habló sin tapujos de las luces y las sombras de su árbol genealógico…
Hola Mireia,
Desde que tengo uso de razón fui muy familiar, especialmente con los viejos de la familia.
Crecí en un núcleo familiar muy extenso y variado, desde el rubio más rubio, al negro más negro, el de nariz judía, el de la altura de dos metros, las abuelas chirriquiticas, las tías de mismos padres, una con una tez de muñeca, blanca como el marfil, la otra que parecía china, esta mezcla me llamó mucho la atención, me preguntaba quién yo era, ¿de dónde venía? ¿Cómo llegaron mis genes a mí?
Conocí a seis de mis ocho bisabuelos, pero como chiquillo nunca me vieron con la madurez suficiente para responder mis preguntas, como chiquillo no tenía nada que hacer metiendo las manos en el baúl de secretos, que luego de adulto, aprendí tenía mi familia.
Mi abuela materna fue quien me crió, fue la que nunca un secreto me guardó y a la edad de ocho años comencé mi viaje, comencé a crear mi árbol genealógico, a conocer quiénes eran los que me hicieron yo, sentí dolor, felicidad, angustia, rabia, tristezas, conociendo la historia de cada uno de ellos, mis antepasados, hijos de esclavos, hijos de europeos que lo dejaron todo para buscar un mejor futuro, violadores, racistas, luchadores, mafiosos, religiosos, humildes, poderosos…
Sentí una lucha en mi interior, ¿cómo puedo unir en mí esos genes de mi antepasado europeo que violó a mi antepasado africano, solo porque ella era negra, su esclava, su propiedad? ¿Cómo puedo sanar esa herida en mí? ¿Pedir perdón a mí mismo en nombre de mí mismo?
Mi familia soy yo, siento a cada uno de ellos en mis genes, mi perfil genético llena todo el mapa mundi de colores.
Saber quien cada uno de ellos fue, de dónde vinieron, a dónde llegaron, en dónde abandonaron este camino, en dónde quedo su raíz para darme a mí la oportunidad de ser una hoja, porque yo creo mis árboles de raíces hacia arriba.
Esta es mi motivación.
He leído testimonios y escritos en tu blog, quiero trabajar con vos, porque siento que entendéis verdaderamente el sentido por el cual buscamos nuestros antepasados.
No es solo el nombre, saberlo me da paz, me completa una pieza del rompecabezas que soy. Me da la impresión que vos esto lo veis.
Solo estoy cruzando los dedos para que me digáis que si trabajáis con investigaciones en Venezuela, no presenciales pero con las herramientas que tenéis en línea, o contactos, etc. porque creo haber leído que te enfocáis en España, espero esta sea mi oportunidad.
Hola Víctor-André,
Lo primero, quiero darte las gracias públicamente por darme permiso para publicar este mensaje tan bonito y lamento mucho decirte que no investigo en Venezuela porque no conozco a fondo sus archivos, ni las peculiaridades de ese país, además, no tengo ningún contacto al que derivarte, si buscas en Google “Genealogía + Venezuela” hay resultados pero no tengo referencias de ningún profesional ni de ninguna institución.
Lo que sí me gustaría es reflexionar contigo, y con el resto de tataranietos, sobre tu sentir.
Yo también creo que somos nuestra familia, que llevamos dentro de nosotros a todos los que nos precedieron, están en nuestros genes y también en los memes que perpetuamos. Y si eso es así, quiere decir que somos el testigo de lo bueno, lo malo y lo regular, de asuntos de los que nos sentimos orgullosos, de otros que nos avergüenzan e incomodan y de algunos que son difíciles de gestionar y que solo pueden abordarse con mucha humildad y comprensión, que es tu caso.
Algo que me gustaría destacar de lo que nos cuentas es que te atreves a expresar que revisando tu historia familiar has experimentado muchas emociones, hay personas que eso ni se lo permiten o ni se lo plantean y les pilla de improviso, por eso es importante avisar que uno puede alegrarse, enfurecerse, entristecerse y sorprenderse mientras hace su árbol genealógico.
Como palmeras en la nieve
“Las raíces de una persona no son objetos físicos que se agarran a la tierra como las de los árboles. Las raíces se llevan dentro. Son los tentáculos que se extienden a lo largo de nuestras terminaciones nerviosas y nos mantienen enteros. Van contigo adonde tú vas, vivas donde vivas…”
Luz Gabás, “Palmeras en la nieve”
Mientras te leía me ha venido a la cabeza una película genealógica: Palmeras en la nieve basada en la novela homónima de Luz Gabás, creo que te gustaría verla. En un momento el film el protagonista pide perdón a una mujer por errores que no ha cometido él mismo, sino sus ascendientes, familiares y compatriotas. Es una escena muy bella que me hizo touché, la verdad es que toda la película es emocionante, emotiva y genealógica.
Reconocer lo que pasó, revivir emociones congeladas en el tiempo, entender la violencia, sin justificarla, eso es reconciliarte con tu pasado familiar, algo que será bueno para ti y para los que vengan detrás.
Así que te deseo muchísima suerte porque mereces encontrar información de todos los que estuvieron antes que tú, es decir, de ti mismo.
¿Tú también percibes las luces y las sombras de tu genealogía?
¿Sientes que llevas a tus antepasados dentro de ti?
Fotografía: pexels.com
Me encanto esta entrada Mireia, yo igual creo que me encuentro así entre desenredando mis raíces y dándole luz a mi propio camino. Extiendo mi mirada ya no en línea directa sino a las ramas laterales.
Respecto al caso de Víctor,me uno a sus reflexiones. ¿Quizá en un centro de historia familiar en Venezuela?
Yo sigo algo atorada en mi propia búsqueda, pero ya he dejado de desesperarme creo que aún hoy mucho que desentrañar y saber en las historias de las ramas que tengo.
Gracias Angie!
El árbol genealógico tiene sus momentos, hay fases en las que parece que no se avanza, creo que son parte de la aventura de conocer nuestra historia familia.
Muchos ánimos y mucha paciencia!