A la pregunta amplia ¿Y tú quién eres? podemos proporcionar muchas respuestas aunque la contestación habitual suele ser uno o varios nombres seguido de uno o dos apellidos, acompañados de otros datos: una profesión, una edad, unos gustos e intereses, etc.
Es curioso que la parte de nosotros que más nos representa, nuestro nombre, sea algo que no hemos elegido (a menos que te lo hayas cambiado a posteriori, que se puede hacer por la vía legal).
Nuestros nombres nos han sido impuestos antes o después de nacer por nuestros progenitores, hermanos, padrinos u otros familiares.
Precisamente por eso, nuestros nombres nunca son neutros, siempre tienen un porqué aunque el responsable de nuestra identidad más destacada diga que no, que solo lo escogió porque sonaba bien.
Algunas personas llevan nombres que en principio son originales aunque si se profundiza en ellos también tienen una coherencia con la familia, por ejemplo una Carla puede esconder a una Carmen debido a la similitud fonética o un Joel puede hacer una referencia sutil a todos los Josés de la familia. Los nombres representan valores, buenos presagios o misiones importantes que cumplir para quien “bautiza” a la criatura y que marca un camino para él o ella.
Hasta hace unas pocas décadas las personas no solían llevar nombres inéditos en su genealogía, a menos que la costumbre del lugar fuera bautizar a las criaturas con el nombre del Santoral del día. Muchas personas han heredado su nombre de abuelos o tíos vivos o muertos.
Que sean miembros coetáneos o no de la familia de la criatura marca la diferencia. No es lo mismo ser yacente que ser doble, no es lo mismo tener de referencia a un fallecido de forma natural que prematuramente pero tampoco lo es tener a tu espejo vivito y coleando… Y menos si es tu padre o tu madre con el que convives muchas horas al día.
Llamarse como tu abuelo o tu tía puede no agradarte, al menos normalmente implica una distancia física y emocional que et deja espacio propio para expresarte, en cambio compartir identidad con tu padre o tu madre no puede dejarte indiferente, es más, es casi siempre vivido como una mala pasada.
¿Quién es quién?
Muchos hijos no perdonan a los padres que decidieran egoístamente llamarles como ellos. Y además, no se sienten identificados con los valores que representan su igual y les subleva tener que compartir identidad con su progenitor.
Por otra parte, también muchos padres y madres se han arrepentido del día que se les ocurrió poner su mismo nombre a sus vástagos (es posible que ellos a su vez hayan recibido de su padre o de otro familiar y se vieran impelidos a buscar el recambio más que generacional, transgeneracional). Convivir con dos personas que se llaman igual es un lío para todos, genera mucha confusión en casa. Los tocayos no saben distinguir cuando se dirigen a ellos o al otro y los que pronuncian el nombre compartido tampoco tienen claro quien es el remitente del mensaje.
Es por eso que cada familia crea una estrategia para distinguir a las dos, que normalmente suele pasar por transformar uno de los nombres en un diminutivo, una estrategia que funciona pero es desafortunada. Alguien que es llamado Alfonsín o Alfon para distinguirle de tu padre Alfonso sabe quien eso, le ayuda a diferenciarse, cierto, pero la diferencia la marca el ser empequeñecido respecto del Alfonso original, el verdadero, el inimitable.
Inimitable pero con doble, con reemplazo para el día que falte, con heredero indiscutible a menos que él o ella decidan oponerse y rechazar todo lo que venga de su parte, que también puede pasar.
Es por todo eso que comento que disuadiré a todos y a todas de que perpetúen su linaje a través de su nombre, hay maneras más sanas de dejar una herencia a los tuyos y ser recordado. Si tu impulso es que tus hijos lleven tu nombre el día de mañana, respira hondo y si está hecho diálogo, mucho diálogo interior y con tu hijo/a.
Si tienes conflictos con tu nombre y quieres que te ayude a desenredarlos puedes pedirme una cita presencial o vía videoconferencia en la que buscaremos una forma de hacer las paces con él y ya de paso te analizo el resto de árbol genealógico.
¿Te llamas igual que tu padre o tu madre?
¿Lo llevas bien, mal o regular?
Imagen: Pexels
¡Hola, Mireia!
¡Cuánta razón tienes! Yo me llamo igual que mi madre y siempre he tenido conflictos con mi nombre. De hecho, en terapia, he tratado la relación con ella y he sentido cómo el hecho de compartir su nombre me limitaba. Así que justo en este momento de mi vida estoy en proceso de sanar mi relación con mi madre y mi identidad.
Gracias por compartir tu sabiduría.
¡Un abrazo!
Hola Núria,
Hay espacio para dos Núrias en la familia, de hecho seguro que hay otras Núrias a tu alrededor y conoces otras Núrias: Nuria Roca, Nuria Fergó, Núria Feliu, Nuria Bermúdez, etc. Lo que no hay es nadie como tú, la escritora de su vida. 🙂
Te envío un fuerte abrazo.
Un abrazo
Me llamo igual que mi padre, igual que mi abuelo, bisabuelo, tatarabuelo. . .
Por ahí empezó mi afición a la genealogía: pretendía descubrir por cuántas generaciones nos llamábamos igual. En fin, ahora más que una afición es un modo de vida. Pero ahí empezó todo.
Hola Manuel,
Tú eres un ejemplo de cómo reconvertir una inquietud en un proyecto, en un motor para aprender sobre tu identidad.
Un abrazo
Soy la única Rosario de la familia. Fue una promesa de mi madre a la patrona del pueblo, para que todo saliera bien (anteriormente había tenido un aborto) pero de haber sido chico me llamaría como mi padre.
El caso de nombre repetido tengo a mi marido, su padre y su abuelo. Yo me negué a que mis hijos repitieran ese nombre.
Hola Rosario,
Puede que no hayan Rosarios en la familia pero, ¿hay otras vírgenes? ¿Otras Marías?
Un abrazo
Hola,
Tu artículo es oportuno en mi situación.
Mi hijo, de 4 años, lleva el nombre de su papá y tienen las mismas iniciales.
Yo me oponía pero no hubo manera de convencer al padre.
En efecto, usamos el diminutivo de su nombre y leí que esto puede tener repercusión en su vida adulta, pues siempre se verá como el pequeño ” “.
Estoy por ver si legalmente es posible pero mas allá del (para mi suficiente) alegato de la confusión cuando se nombra a uno y el otro responde, los Jueces piden argumentos de peso para ya no usar ese nombre. ¿Habrá algo que pueda hacer al respecto?. Mi hiio es pequeño aún pero de verdad quiero que tenga una identidad propia y por supuesto que no tenga que reparar todo lo que su padre ha hecho, no repita los patrones nocivos que el tiene.
Gracias y bendiciones para ti.
Marycruz
Hola María de la Cruz,
Gracias por compartir tu inquietud con nosotros. En el caso de tu hijo hay dos personas más a las que preguntar por este cambio, dices que tu hijo es pequeño pero supongo que ya se identifica con su nombre, ¿qué le parece a él cambiárselo? ¿Y a su padre que también tiene potestad para decidir?
Un abrazo
hOLA, Que articulo más interesante. En mi caso, tengo los dos nombre de mis abuelas, Paula Isabel, y además el nombre de una hermana que falleció al nacer. La verdad es que si a la hora de poner los nombres a los hijos conocieramos todo lo que lleva consigo eso, sería muy distinto. Es un tema que me interesa mucho.. gracias.
Hola Paula,
Es difícil que un nombre sea neutro. En la actualidad muchos padres se esfuerzan en poner un nombre inédito en su árbol genealógico en vano, ya que el nombre elegido acaba teniendo un valor o algo que ver con el pasado familiar. Es inevitable hacerlo. Los nombres salen del inconsciente.
Un abrazo
Hola, tienes razón en lo que dices.
Mi sobrina, cuando estaba embarazada de su segunda hija, estuvo con su pareja, dándole vueltas y vueltas a muchos nombres y no se ponían de acuerdo. El padre, quería ponerle Marta, pero la abuela de él se llamaba asi, y mi sobrina no quiso, para no repetir nombre.
En fin, al final eligieron el de Paula. Cuando la niña tenia 5 años, se enteraron que el bisabuelo paterno de Paula, se llamaba Paul. La línea paterna de Paula son alemanes.
Que fuerte! después de estar buscando un nombre que no existiera en la familia.
Me parece muy interesante tu web.
Gracias.
Hola María José,
Me alegro de que te guste la web.
Está difícil encontrar un nombre que se salga tangencialmente del patrimonio onomástico de la familia, lo podemos intentar pero si no conocemos nuestro árbol genealógico algún nombre nos sonará genial para un nuevo miembro de la familia, el inconciente tomará las riendas y reviviremos algunos de nuestros fantasmas.
Saludos
Hola, yo estoy por tener a mi primer hijo y mi esposo insiste en que se llame igual que el. Incluso no quiere que sea el segundo nombre, si no, el primero. Y yo realmente quisiera que tuviera el derecho a un nombre propio pero no encuentro cómo convencerlo… En mi país (México) es un logro para el padre que se llame igual el primer hijo varón, ¡vaya costumbre!.
Hola Frida,
En España siguen esta tradición algunas familias pero cada vez son menos. Ya no se siente y se manifiesta esta necesidad de perpetuar el linaje repitiendo el nombre.
Como decía el chiste es una forma de que los padres se aseguraren de que niños al menos si no son hijos biológicos, que sean tocayos.
Espero que puedas dialogar con él y llegar a un acuerdo que os satisfaga a los dos.
Saludos