Conexiones de amor es un libro sobre el AMOR en mayúsculas escrito con mucho mimo y honestidad por Mónica Rebollo. En él cuenta su experiencia con la pérdida de su primer hijo a los dos meses de gestación, lo que aprendió con su aborto y cómo abordó sus embarazos y partos posteriores y la crianza de sus hijos.
Mónica reflexiona sobre su propia biografía, sus sueños, sus recuerdos, la vida uterina (la vida no empieza al salir del vientre de la madre, “la vida comienza en el instante de la concepción”), los mensajes que nos hacen llegar los hijos con vidas cortas, la maternidad, las casualidades, las sincronías, la espiritualidad, el cuerpo, la mente y el alma, y el sentido de la vida.
“Comprendí que no debía llorar por toda una vida que mi hijo ya no viviría, sino agradecer el tiempo que estuvimos juntos y todo lo bueno que eso me pudiera aportar para el futuro. El alma de mi hijo había estado ligada a la mía. Pude percibir que tras un aborto, lo único que el niño se lleva consigo es todo el amor que en esa situación ha vivido. Que no hay rencor, ni dolor, ni sufrimiento en él y que ese amor queda como testigo de una maternidad (y paternidad) que fue y que para siempre será. Sus padres, lo serán para siempre, aunque no vuelvan a dar vida con éxito ni tengan otros hijos mayores. El amor y la energía de esa vivencia quedan impregnados en su ser para el resto de sus días y sus vidas a partir de entonces, estarán influidas por la huella que el niño no nacido dejó en sus almas”.
Conexiones de amor reconfortará a todas las mujeres y hombres que hayan vivido la muerte de un hijo en sus primeros meses de vida y hará repensar muchas cuestiones existenciales a los que no.
“Todavía no sé dónde nos hallamos antes de ser concebidos o después de morir, ni posiblemente llegue a saberlo; quizá sea presuntuoso por mi parte esperar algo así. Pero puedo afirmar que diversas experiencias que he tenido a lo largo de mi vida, me han confirmado varias cosas: la primera, que realmente existe algo más que no es visible pero sí perceptible, aunque exista en otro plano o dimensión; la segunda, que podemos llegar a percibir tan solo una mínima parte de ese «algo» de diferentes modos, en mi caso a través de sueños, premoniciones y una actitud abierta ante la grandeza de la vida; y por último, que todos nosotros y lo que nos rodea somos parte de un TODO, formamos una enorme construcción realizada con millones de piezas unidas por un pegamento llamado amor. Y, cada una de esas piezas, tiene la misma importancia frente al resto para mantener la armonía de todo el conjunto”.
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Imagen: conexionesdeamor.blogspot.com.es
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