No solo de genealogía viven mis neuronas, también estoy interesada en otros campos. Sigo el blog de Yve, La ecocosmopolita, un sitio en el que comparte ideas prácticas para llevar una vida más ecológica. Como es una lectora fiel de tataranietos aproveché para lanzarle el reto de escribir un post que uniera ecología con genealogía y aquí lo tienes…
Ecología y genealogía tienen una relación evidente, que es el deseo de preservar el patrimonio, y tienen también otra conexión más profunda. Yo, más que como una ecologista, me defino como una urbanita en la búsqueda de una vida sostenible, y esta búsqueda para mí tiene que ver cada vez menos con certificados y sellos, y más con el rescate de lo sencillo y, a la vez, ancestral.
El sello de la maternidad
Mi hija mayor regaló una reconexión con naturaleza. Tener a esa frágil personita en brazos, capaz de crecer y hacerse fuerte a partir de mi cuerpo, cambió mi forma de ver el mundo. Me hizo descubrir la fuerza de la vida y despertó dentro de mí una sabiduría que estaba dormida. El deseo de conservarla “limpia” y de ofrecerle un mundo mejor echó por tierra muchas ideas aprendidas que no respondían a lo que ella y yo necesitábamos, y al mismo tiempo hizo que surgieran instintos que heredé de mis antepasados. Así, mi visión de la ecología tiene que ver con mis hijas y también tiene que ver con mis ancestros.
El saber de los ancestros
Si pudiera trepar en cada una de las ramas del árbol de mi familia, uno a uno iría interpelando a sus habitantes. Les preguntaría sobre los modos de hacer que intuyo que pudieron seguir mis abuelas, bisabuelos, tatarabuelas y las personas cercanas a todas ellos. Y también tus abuelas, bisabuelos y tatarabuelos, que tenían una perspectiva mediterránea de la que yo me siento heredera por adopción.
Hoy somos sabemos muchísimas cosas que antes desconocíamos y ¡hasta hemos llegado a la luna! Pero también hemos olvidado grandes saberes y hemos perdido el respeto por la naturaleza. Por eso estoy convencida de que, sin abandonar los verdaderos avances alcanzados, nos hace falta recuperar viejos conocimientos y abandonar esa pretenciosa mirada que nos hace creer que “como lo hacía la abuela” es sinónimo de primitivo y que primitivo es sinónimo de inferior.
En la medida en la que lo logremos, estaremos todos más conectados con este planeta que habitamos y, de ese modo, seremos capaces de darle el trato que se merece.
Te invito cordialmente a conocer mi blog, La ecocosmopolita, y a seguir conversando sobre ecología en Facebook y Twitter. ¡Ha sido un placer!
¿De qué manera la genealogía te conecta con los ancestros?
Ecología y genealogía forman un buen tándem?
Fotografía: Enrique Domínguez
¡Mil gracias de nuevo, Mireia, por esta invitación, y un saludo a los tataranietos. ¡Espero que disfrutéis de la lectura! ¡Un placer estar en este lindo blog!
Bello duo de mujeres, hermoso post!. Yo soy de creer que no todo tiempo pasado fue mejor, pero sin duda que sabíamos hacerlo bien, sería un fantástici trepar a ese árbol y llenarnos de su sabiduría innata, pero creo que en el fondo todo lo tenemos ahí, corriendo por las venas y solo hace falta dejarlo fluir, sentirlo y vivirlo cada día.
Seguro que nuestros abuelos no soñaban el futuro como lo tenemos, pero tampoco soñarían que el provenir fuese igual a su realidad, en la combinación de ambas, y de todo lo que sabemos, descubrimos, de tanta tecnología y invento, debe de haber un camino florido. Besos a ambas, gracias por este lindo post
Gracias Yve de nuevo y gracias Adriana por tu intervención. Mirando de vez en cuando el pasado y encarando el presente-futuro, ésa es la actitud!
¡Gracias! ¡Ese es el mensaje de este post! Tenemos que conseguir la forma de disfrutar del presente ¡y del futuro! sin olvidar el pasado. Para sacar provecho de lo bueno y, claro está, mejorar todo lo que haga falta. Un abrazo a este par de bloggers fantásticas.
Cierto, ojalà tuvièsemos a mano, toda èsa informaciòn cotidina que hizo que las vidas de nuestras y nuestros antepasados fueran mejor, sù modo de asear, de cocinar de tener niños enfermos y de salir todos ilesos, cosas sencillas, que parece que hoy empezamos a revalorizarlas. Hay que ponerse tras la pista. Gracias Ecocosmopolitan por el aporte.
Gracias Marilyn,
Conseguir información está a nuestro alcance: escuchando a nuestros mayores, leyendo y haciéndonos más caso a nosotros mismos.
Saludos!
Claro que si, aún los que no creen en que nuestras madres y abuelas lo hacían bien, se encuentran en momentos de su vida, hasta sin pensarlo, haciéndolo igual, por puro instinto…y es que como se dice aquí en Venezuela, “eso se lleva en la sangre”..
Me encanta tu respuesta, Mireia. En eso estamos. Pues en eso estamos. Rescatando y contrastando. Un abrazo a todas por aquí.
Estoy cocinando un plato de esos que ya no escuchas que se cocinen. Yo suelo conectarme con mis ancestras a través de lo que elaboro. Recuerdo sus pocos medios y lo bueno que salía todo. Me encanta rememorar algunas imágenes de ellas y otras mujeres de la casa en las que realizaban sus tareas -duras por otra parte- pero sin ese estrés que convive en muchos momentos de nuestra vida. Cocinaban a fuego lento y de una comida sacaban dos y durante la comida se escuchaba de fondo el sonido de nuestros cubiertos y alguna risa, no la televisión y sus relatos desgraciados. Recuperemos la sabiduría y avancemos con ella. Un abrazo.
Gracias María Antonia por una intervención con encanto. Ay, la comida de nuestras abuelas y bisabuelas, qué rica estaba…
¡Bellísima imagen, María Antonia, realmente! Ha sido casi cinematográfico. Un saludo,