
Es más que probable que hayas oído hablar de tipos de apego, de problemas de apego, de la necesidad de desapegarse de personas y cosas, pero no sé si has dedicado mucho tiempo a profundizar en ello.
Este no pretende ser un post exhaustivo sobre teoría del apego. Hay libros enteros sobre el tema (te recomiendo Bajo el signo del vínculo: una historia natural del apego de Boris Cyrulnik, por ejemplo) pero seguro que esta aproximación te parecerá interesante…
Breve genealogía de la teoría del apego
Fue el psicoanalista John Bowlby quien desarrolló la teoría del apego (sistema conductual de apego) de 1969 a 1982 después de realizar diferentes estudios y publicar 3 libros: “Apego”, “Separación” y “Pérdida”. Sus propuestas fueron bien acogidas por otros profesionales, aunque tuvieron críticas sobre todo de colegas seguidores de Freud.
Sobre sus conclusiones se realizaron investigaciones como la de Mary Ainsworth quien creó el protocolo de “la situación extraña” para analizar como las criaturas reaccionaban a la separación de uno de sus padres. Ella concluyó que existían tres estilos de apego (apego seguro, apego inseguro ambivalente y apego inseguro evitativo) que más adelante Mary Chain amplió a cuatro con el apego desorganizado.
Estos y otros estudios posteriores demostraron que el marco teórico de Bowlby era válido para explicar cómo sobrevivimos, cómo nos relacionamos y porqué tenemos determinados problemas.
Los humanos sentimos apego (estima, conexión, necesidad de ser cuidados) por otras personas, sobre todo por las que se hacen cargo de nosotras, las más próximas, es algo que nos ayuda a existir. Necesitamos vincularnos para vivir, pero no todo el mundo se relaciona con otras personas de forma confiada, tranquila y serena debido a múltiples circunstancias, muchas de ellas han ocurrido en la primera infancia, cuando más vulnerables somos a las reacciones de nuestros principales cuidadores.
En estos momentos la mayoría de profesionales hablan de cuatro estilos de apego describiéndolos con diferentes palabras (la terminología se ha perfilado/modificado y hay profesionales que prefieren unos términos u otros, yo usaré aquí los más consensuados) y entienden que la forma en que nos apegamos en la infancia suele determinar cómo lo hacemos de adultos con parejas, amistades y demás.
Hay quien prefiere no hablar de tipos de apego y es partidario de la propuesta que hicieron Cassidy y Shaver en 2008 quienes afirman que es más interesante hablar de dos dimensiones del apego: la ansiedad y la evitación y que todos vamos oscilando entre estas dos estrategias según estimemos cuál es más eficaz.
Sobre los estilos de apego
Llegados a este punto me parece muy interesante aclarar que una persona puede tender a relacionarse con otras de una determinada manera, pero no tiene porqué hacerlo con todas de la misma forma. Es decir, puedes tener un apego seguro con tu madre, desarrollar un apego evitativo con tu padre y reproducir con tu pareja un estilo u otro dependiendo de las circunstancias aunque lo habitual es haber adquirido un estilo de apego principal.
El apego seguro es el modelo, pero los apegos inseguros no son anomalías, muchas personas nos relacionamos inseguramente porque nos hemos adaptado a nuestros referentes, desactivando o hiperactivando nuestro sistema de apego, así que con el tiempo generamos un “modelo interno de funcionamiento de relaciones sociales” que nos resulta más o menos útil en la vida.
Apegarse de forma segura significa crear conexiones que hacen que nuestro sistema nervioso esté tranquilo porque sentimos que los demás suelen ser bases seguras.
Los apegos inseguros son formas en que las personas manejan la imprevisibilidad, las reacciones amenazantes o los sentimientos de abandono.
Si tus cuidadores/referentes fueron distantes, absorventes y/o violentos contigo es muy probable que te apegases a ellos de forma insegura y esa experiencia te haya llevado a hacerlo con el resto de personas.
El apego ansioso-evasivo (apego preocupado en la edad adulta) lo experimentan personas que sienten que van a ser abandonadas y cuestionan sus relaciones llegando a estar muy atentas a las reacciones de los demás para anticipar esta profecía. Pueden estar muy encima de sus vínculos y fiscalizar su vida lo cual puede resultar muy agobiante para sus acompañantes.
El apego evitativo (apego negador/rechazante en la edad adulta) es propio de las personas que tampoco confían en los demás y que optan por poner distancia emocional en sus relaciones, evitando compartir su vulnerabilidad lo cual puede activar a los ansiosos y hacer que las relaciones con otras sean superciales o no lleguen a producirse.
El apego desorganizado (apego desorganizado/temeroso en la edad adulta) es propio de personas que van optando por estrategias de evitación y sobrepreocupación de forma imprevisible. Los profesionales relacionan este estilo de apego con traumas no resueltos aunque los dos anteriores también pueden serlo.
Tu forma de apegarte puede cambiar
No es inmutable.
No es una personalidad.
No es tu identidad.
Merece la pena recalcar que si tu estilo es inseguro en general, es algo que se puede modificar.
Experimentar apegos seguros con personas (tu terapeuta, tus nuevos amigos, tus nuevas parejas) te hará sentir más confianza y calma para interactuar con conocidos y extraños, y al revés también, podrías relacionarte ahora mismo de forma segura y que algún evento de tu vida te llevase a hacerlo con precauciones y miedos que antes no tenías.
Hay profesionales que proponen trabajar en el autoapego seguro, es decir, invitan a reconstruir tu relación contigo lo cual me parece una propuesta interesante ya que muchas personas no estamos siendo una base segura para nosotras mismas.
Espero que estos apuntes sobre el apego te hayan hecho reflexionar sobre y ti y algunas personas que te rodean y que si necesitas cambiar tu forma de relacionarte encuentres apoyo y recursos para hacerlo.
Interesantísimo!
No había oído hablar de esta teoría y francamente me resulta de gran utilidad, para conocerme mejor y conocer la forma en que los demás se relacionan conmigo. Eso explica muchas cosas para las que antes no acababa de encontrar un sentido . Muchísimas gracias!!!
Me alegro un montón que te haya resulta tan útil el post, Julia.
Un abrazo