
En los últimos años se habla mucho de resiliencia, la capacidad de superar experiencias traumáticas y tener una vida feliz, una buena vida.
Se habla mucho de este concepto, pero se utiliza, a mi parecer, muchas veces de forma banal.
Como si la resiliencia fuera fácil y a veces como si fuera un deber, lo cual añade presión a las personas que están lidiando con un trauma.
No siempre “salimos mejores” de una mala experiencia, salimos tocados, salimos heridos, asustadizos, enfadados, retraidos, desconfiados… Salir indemnes de un acto brutal no es posible y salir reforzados es complicado.
Los traumas tienen consecuencias que podemos revertir o convertir en fortalezas, sí, pero si confluyen una serie de circunstancias, si no pueden arrasar con nosotros.
Supervivencia y resiliencia
Sobrevivir a una experiencia traumática no te convierte de por sí en una persona resiliente, en superviviente sí, pero la resiliencia es un plus que no está al alcance de todas.
Para ser resiliente necesitas tener de base un carácter optimista y sobre todo tener apoyo externo. No todas las personas tienen ni lo uno ni lo otro.
Ayuda a ser resiliente mantener los afectos, los buenos vínculos. Ayuda que amigos, familiares, terapeutas, acompañantes, etc., te escuchen, validen tus pensamientos, emociones y reacciones y te animen y ofrezcan recursos para transformarlas si son dañiñas. También ayuda a ser resiliente vivir en una familia/sociedad cuyo mensaje sea “lo que te pasó no debió haber ocurrido”.
Me parece importante subrayar que sobrevivir/ser resiliente no te convierte en mejor persona de por sí. Viktor Frankl lo expresaba así en su libro El hombre en busca de un destino en el que explica su paso por un campo de concentración nazi:
“Los escasos afortunados que sobrevivimos, gracias a una concatenación de casualidades o milagros – llámese como quiera -, estamos convencidos de que los mejores no regresaron”.
No todas las personas soportan su trauma y eso no quiere decir que fueran peores, menos valiosas.
Dar sentido al sufrimiento
No es lo primero que tenemos que hacer, desde luego, cuando hayamos tomado el control de las consecuencias del trauma podemos dar un sentido al mismo. Vuelvo a citar a Frankl:
“Si hay un sentido en la vida, entonces debe haber un sentido en el sufrimiento. La experiencia indica que el sufrimiento es parte sustancial de la vida, como el destino y la muerte”.
Necesitamos ayuda para superar experiencias difíciles del pasado, para validar las heridas que se mantienen mucho tiempo después y curarlas.
El mayor experto en resiliencia, Boris Cyrulnik (él fue quien desarrolló el concepto en sus libros Los patitos feos, El murmullo de los fantasmas. Volver a la vida después de un trauma, Las almas heridas, etc. ) nos anima a iniciar procesos de resiliencia en que demos otro sentido a las tragedias personales y colectivas. Podemos hacerlo de muchas formas, por ejemplo, a través de la escritura y la palabra y técnicas que ayudan a reprocesar y desensibilizar recuerdos.
La resiliencia no es obligatoria, pero sí muy deseable
Espero que si tú estás lidiando todavía con un trauma encuentres la motivación, las personas y las técnicas para llegar a superar las imágenes intrusivas, las reacciones viscerales o los bloqueos incapacitantes.
No te presiones para conseguirlo.
Date la enhorabuena por intentarlo.
Y persiste.
El concepto de que no es obligatoria la resiliencia aunque sí deseable me parece liberador. Y si no se logra, está bien, como si no sale el perdón u otro montón de palabras bellas que en muchos casos al ponerlas como finalidad única, nos sirven para culpabilizarnos una vez más.
Hola María:
Me alegro de que hagas el símil con el perdón. Un día de estos me gustaría escribir sobre el tema, podría bien titularlo “El perdón no es obligatorio” porque como la resiliencia no es una obligación aunque también sea deseable.
Un abrazo
No se si me considero resiliente, pasaron treinta años hasta que pude desbloquear los abusos que había padecido y fue tan fuerte soñarlo que volví a mi siquiatra que me había dado el alta para hablar del tema. Sufría de ansiedad generalizada y estados de pánico enloquecedores, pero no sabía el motivo.
Han pasado años, y ahora que es un tema recurrente en las noticias, volvió el pánico. Tratamos de superarlos y hoy hablo de lo que viví pero no puedo evitar temblar. No pude superarlo aunque si hablar del tema.
También trabajo en genealogía y descubrí la línea directa que existe en mis ancestros y asusta cuanto puede ser de repetitivo estos traumas.
Hola Leila:
Gracias por compartir tu proceso de recuperación. Espero que sigas mejorando.
Un abrazo