La tataranieta Sara Agulló me envío una copia de la carta que escribió hace un tiempo a su difunto abuelo, era preciosa, así que le pedí permiso para compartirla en el blog.
Espero que te guste y te inspire a conectar con tu propia historia familiar, una buena manera como verás, es escribir…
Estimado abuelo Batiste,
Te escribo estas letras para agradecerte la herencia recibida.
Abuelo, en el año 1960, fuimos mis hermanas, mi madre y yo a Argelia para conocerte. Tú le diste a mi madre un pequeño y valioso cactus para que lo plantara en el patio. Así estarías simbólicamente con tu gente, lengua, cultura, escuchando “Paquito el chocolatero”. Ya sabes que tu hija Sara era una apasionada de las plantas.
El cactus creció con vitalidad con las raíces empapadas en la tierra húmeda, pero envuelto en un ambiente asfixiante y oprimido. Éramos como el jardinero fiel, constantes y firmes. Tú tenías esperanzas en que lo plantáramos para así poder celebrar desde el destierro la alegría de sentirse vivo y arraigado.
Nadie pasa por la vida, sin recibir algún tipo de bondad. Y la tuya fue un canto al proyecto de utopía. La de mi madre manifestada en el gesto de plantar y regar. Y la mía, una lucha cotidiana para que no se desaloje de la historia la esperanza en otro mundo posible ya que este es imposible.
La planta es un reclamo
Me interpela la necesidad de saber, de entender y discernir. Acentúa los interrogantes. Sé que trabajabas en Alcoy como sofatinero. Después regentaste “El Café del Puente” donde se leía la prensa. Sensible a los problemas y luchas del mundo obrero te afiliaste a la CNT, ejerciste como Alcalde y Juez de Paz en Cocentaina en el periodo de 1936 a 1939 y evitaste la quema de la Iglesia del Raval.
A finales de los años 70 pudiste volver a España, débil de salud, sin embargo, sentías la ternura que nosotros te proporcionábamos en medio de la estructura de tu dolor. Cuando las primeras lágrimas estaban secas nacían otras nuevas. Te dabas cuenta de la amenaza constante de muerte del guardia civil y procurabas no salir a calle para no encontrártelo. Él quería revancha y tú medías con prudencia entre el convivir y la tensión acumulada para que no se evaporara tu memoria histórica.
Yo no percibí como la familia vivía discretamente esta situación. Lo que sí recuerdo es que nunca pudimos pasear contigo por el pueblo. Mientras tanto, yo jugaba en el patio y tú calladamente mirabas el cactus, con tanta perplejidad como fascinación y gratuidad en la vida. Interiorizar cada visita recibida, cada abrazo, cada mirada. Cualquier gesto humano lo recibías como un regalo de agradecimiento de gratuidad en la vida
Y sí, te sentías fracasado moralmente y políticamente herido, sin embargo dabas gracias a la vida porque recordabas inmensamente el campo de concentración en 1939 en Bogari, Argelia, y como celebrabas junto con tu hermano y compañeros como García, Oltra, Paco y Pepe, el estar vivos y no fusilados.
Tu hija Sara hizo prometer unos meses antes de morir ella, que su cuerpo sin vida, saldría, no por la puerta principal de su casa sino por la del patio del cactus. En un gesto cargado de estima, se despidió de todas sus plantas, especialmente de la que tú le regalaste como un futuro proyecto, un presagio, mi herencia recibida para compartirla y vivirla como una alternativa de utopía.
Sinceramente brota desde dentro la palabra GRACIAS
Quien recibe un regalo así lo acoge entre la necesidad de saber y la de no olvidar. También reconociendo a Dios que me ha ungido la voluntad de perdonar. Si queremos podemos perdonarlo todo.
Afirma Carter Heyward que “Perdonar no es olvidar, sino recomponer lo que ha sido descompuesto”. Recomponer es zurcir el roto, (como hacía mi madre con aguja e hilo) y volver a tener la integridad perdida.
Repensando el regalo, trato de imaginar cómo podríamos exigir, dentro de nuestra democracia, y sin que salga la vena visceral con prudencia y correctamente ajustar las cuentas del pasado histórico. Se trata de hacer justicia histórica, sabiendo que en ambos bandos se cometieron atrocidades. Hacen falta gestos simbólicos o la creación, como en Sudáfrica de la comisión de la verdad y la reconciliación.
Cariñosamente se despide de ti tu nieta Sara.
¿Quieres que publique algún texto genealógico tuyo?
¿Qué le contarías a tu abuelo por carta?
Fotografías: Sara Agulló Martí
Que eres maravillosa y Dios y la energia creadora te han dado un maravilloso don!! Gracias infinitas!!<3<3<3<3<3