“Este es para mi el paisaje más extraño que existe. Es el lugar que se ve desde la casa donde nací. Y por tanto lo primero que vi del mundo, mejor dicho durante los tres primeros años de mi vida este lugar era el mundo. El resto transcurre más allá de esa aloma. He detenido la imagen porque según cuentan quienes se quedaron aquí este lugar ha permanecido igual desde entonces y porque aquí está enterrado mi padre aunque este lugar tal como era por primera vez ante mis ojos, ya no pueda recordarlo”.
Este verano estuve en tierras sorianas, conociendo los pueblos que vieron nacer a mi abuela, a sus padres y otros anteriores. Son tierras áridas, con unos paisajes de unos colores preciosos, unos pueblos “con encanto” en los que hay mucho silencio, ya que quedan pocos habitantes.
Cuando encontré el documental El cielo gira de la directora Mercedes Álvarez en la biblioteca me la llevé sin pensarlo para casa ya que conectaba con mi historia.
Yo no soy como ella, la última niña que nació en su pueblo, pero sí que este agosto me angustió la idea de observar como estas villas se estaban quedando vacías y en sus calles sólo saludaba a veraneantes y gente mayor, los últimos de una generación.
La película se grabó en Aldeaseñor, en la comarca de las Tierras Altas de Soria entre otoño de 2002 y junio de 2003. En el pueblo solo quedaban entonces 14 habitantes: Antonio, Silvano, José, Cirilo, Josefa, Aurea, Milagros, Elías, Crispina, Valentina, Blanca, Román, Salah y Alfredo.
“No sabemos quién vio el principio y cuál será el que verá el fin”.
Encontrarás una fotografía preciosa de la zona: del valle, de la aldea, de un palacio que están reconvirtiendo en hotel, nuevos molinos que proveen de energía eólica, unos diálogos intrascendentes (y todo lo contrario) entre personas ancianas. Especial atención a uno de los vecinos, Antonino, todo un filósofo que habla sobre la muerte y el sentido de la vida. A mí me conmueve su manera de hablar y expresarse, me recuerda a un familiar próximo…
Muchos de nuestros padres se alejaron de la vida rural con sus legítimas razones, muchos veranearon en su tierra, algunos incluso se hicieron casa pero pasadas las vacaciones volvían a sus ciudades y allí se quedaban sus familiares y amigos, a verlas venir… Es una pena ver tantos pueblos abandonados, de alguna forma desaparecen nuestros orígenes, ¿podemos hacer algo o seremos unos espectadores más?
Al respecto,mira la iniciativa tan divertida de Ayano Tsukimi, Valley of Dolls. Esta mujer ha puesto muñecos de los vecinos que se fueron o ya murieron por todo su pueblo.
¿Conoces pueblos en vías de extinción?
¿Qué relación tienes con tus pueblos?
Capuras de pantalla: Mireia Nieto, imagen: docma.es
Me encanto tu post, Mireia. Felicidades! Es dificil quedarse cerca de los orígenes, mas aun cuando vivimos estas vidas tan alocadas y tan ajetreadas. Tuve la oportunidad de regresar a los míos, yo nací en Montevideo, Uruguay…tenía 16 años sin hacerlo…y es difícil, y se mueven muchas emociones…mi plan a la larga? regresar a ellos, retirarme alla. Un abrazo.
Vaya! Acabo de darme cuenta que no te contesté y eso no lo suelo hacer, disculpa. Los que dejan su tierra siempre la añoran, de una u otra manera… Emigrar lleva implícito la tristeza de dejar atrás tu territorio y los tuyos. No es fácil dar ese paso.