Todavía recuerdo cuando hace dos años, contactó conmigo una celebrity americana para que le ayudara con su investigación.
Yo me ilusioné pero enseguida me lleve un chasco.
Él había topado con una rama que le llevaba a España y un genealogista americano había desarrollado parcialmente hasta llegar por un abuelo quinto o sexto con un linaje documentado ya que tenía título nobiliario.
El día que quedamos para vernos me explicó que su interés era tener ese título, además de pertenecer a una corporación nobiliaria.
Me quedé estupefacta, el título nobiliario pasadas tantas generaciones si no se había perdido, lo tendría otro descendiente, un legítimo heredero al que no se lo podíamos ni usurpar, ni comprar.
Traté de hacérselo entender pero no quiso que le desmontara su sueño de tener un título con el que presumir y obviamente no llegamos a trabajar juntos nunca pese a que insistió mucho.
Cuento esto porque es un ejemplo de cómo unas altas expectativas pueden nublar el sentido de una investigación genealógica pero tengo más…
Una persona que quería demostrar que tenía ascendencia judía y demostrarlo en un plis plas, con 15 horas de investigación, se sintió defraudada por no haber llegado hasta el siglo XVI por lo menos (yo que ni siquiera prometo resultados positivos porque buscar no significa encontrar, menos voy a prometer hacer investigaciones milagro. Si en 15 horas alguien consigue encontrar antepasados del siglo XVI es que ha hecho una de estas dos cosas a) inventarse el árbol genealógico de arriba a abajo o b) copiarlo.
Y con este ejemplo acabo: una persona que se enfadó mucho mucho porque uno de mis colaboradores consiguió pruebas de que su primer apellido había mutado en el tiempo, que originariamente era otro y quedó tan impactado que nos acusó de inventárnoslo a pesar de tener documentos que daban fe del cambio, un cambio habitual por otra parte: los apellidos han mutado y cambiado con el tiempo, puede que convivan variantes y que vuelvan a modificarse con el paso de las generaciones.
En este caso acabé defendiendo ante él algo obvio:
El pasado es el que es.
Los documentos son los que se conservan.
Y una genealogista no puede modificar ni una cosa, ni la otra.
Moraleja…
Ante unas expectativas que no admiten prueba en contrario, no se puede trabajar.
Así que lo más sano es librarse de expectativas.
Cambia tus expectativas por hipótesis, esas sí que te harán avanzar, las otras te limitarán
¿Tú que expectativas tenías antes de comenzar tu investigación?
¿Cómo encajaste la realidad?
Fotografía: pexels.com
Muchas gracias por la información!!…
De nada!